miércoles, 1 de abril de 2009

Curiosidades viajeras. CUBA (1ª parte: Trinidad)


No vamos a debatir el bloqueo, ni el turismo sexual.
No vamos a hablar del Che ni de la dictadura y vamos a pasar una mierda un poquito de las visitas turísticas.
Hagámosle una fotografía entrañable a la isla del cocodrilo.
Hablemos de sensaciones.
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Trinidad:
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300 Km de La Habana a Trinidad. Unas 5 horitas de nada en Viazul (es lo que tiene viajar de mochilera y no querer meter en un lío a algún oriundo haciendo botella).
Pero vale la pena. Aunque solo sea por la piña colada a mitad de camino.
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Calles adoquinadas bordeadas de casa coloniales de todos los colores. Cascos de caballos acompañando a la música que se escucha siempre en cualquier esquina. Carretillas de obra repletas de mangos de indescriptible sabor. Artesanías a la venta en sus plazas. Trajín pausado de sus gentes...
Esa es la Trinidad diurna.
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Cuando cae la tarde, después del ineludible aguacero y del fresco guarapo, los turistas de un día desaparecen y renacen los trinitarios.
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Con la barriga llena de langosta (inapelable) y tostones (manjares preparados con arte por la dueña de la casa), te sientas en el tranco de la puerta, aprovechando el frescor de la noche, a dar buena cuenta de un racimo de mamoncillos en buena compañía.
Una muchacha le enseña a una amiga, toda orgullosa, unos vaqueros que le han conseguido de una turista olvidadiza.
Solo 20€; el sueldo de un mes.
Viendo lo que había, mi maleta volvió vacía. Nunca hice regalos tan agradecidos.
Las universitarias cubanas siguen las tendencias de moda en Aída, que ven por satélite o Internet. El estilo preferido de la serie es el de la jinetera.
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Después, algo de ron con las nuevas amistades (hacer amigos en Cuba es tan sencillo como no hacerlos aquí) mientras te ríes, como una isleña más, de los comentarios que van haciendo sobre los extranjeros yumas que intentan bailar guarachar salsa. En una noche como esa se aprende a decir:¡no me toques el bollo, comemielda!
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…continuará

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